- Rescatistas de ERUM demostraron su habilidad ante el grave peligro que corría la niña
Salvar vidas y hacer frente a situaciones extremas forma parte esencial de la cotidianidad del personal especializado del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México. Por ello, además de su gran destreza física y técnica, cuentan con el respaldo psicológico, por parte de la Institución, que les permite mantener estabilidad emocional para desenvolverse con plenitud en todos los ámbitos.
Uno de los casos más conmovedores y que vivirá por siempre en la memoria de los rescatistas involucrados, así como de los capitalinos, fue el de una recién nacida que fue arrojada y abandonada entre las paredes de dos predios en la alcaldía Iztacalco.
El pasado 2 de marzo, la Policía Segundo y rescatista del ERUM Hernández Beristain, acudió a un domicilio de la colonia Santiago Norte, sin saber que se enfrentaría con uno de los momentos de impotencia más grande en su carrera.
Al llegar al lugar se encontró con una bebé atorada en medio de dos paredes, entre varillas y escombros, a una profundidad de aproximadamente tres metros, hecho que la angustió, por saber que no podría lograr el rescate de forma inmediata. Sin embargo, con la entereza que caracteriza al Escuadrón y sin perder tiempo solicitó el apoyo de la Unidad Especializada de Rescate para lograr salvaguardar a la nena.
Dos equipos, a bordo de las unidades 05 y 052 con una tripulación de expertos del ERUM, comandados por el Subdirector de Salvamiento y Rescate, Hernández Colín, llegaron con la encomienda de extraer a la pequeña y ponerla a salvo.
Después de estudiar detenidamente las opciones para llegar hasta ella, decidieron que perforar una de las paredes sería la mejor. Así que, con el permiso del dueño y el compromiso de reestablecer el daño, pusieron todo su empeño en conseguirlo lo más pronto posible, pero con el mayor cuidado para no provocarle algún daño adicional.
Con fe y determinación, alimentados por el llanto de la bebé y de la esperanza de alcanzarla antes de que fuera demasiado tarde, tras 20 minutos de labores realizadas con alta precisión, el rescatista Villar logró su objetivo. Con ternura, le hablaba a la bebé mientras la tomaba en sus brazos y envolvía en una manta térmica.
La jefa de la Unidad Especializada de Rescate, Arreguín, fue la encargada de recibir a la nena de manos de Villar, así como de realizarle una revisión médica para trasladarla al Hospital Pediátrico Infantil de Iztacalco, debido a que su estado de salud presentaba algunas complicaciones.
La noble labor de estos rescatistas se vio recompensada con el orgullo y la satisfacción de salvarle la vida a una bebé que corría grave peligro y haberla entregado al personal del hospital una vez estabilizada.
Esta experiencia quedará plasmada para los héroes que permitieron salvar una vida más, y demostraron la capacidad para acudir al llamado de la ciudadanía, comprometidos con los valores inculcados en la SSC.
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